Autorretrato con paleta / Óleo sobre tela de80 x 60 cm / Pintor Alejandro Cabeza 2004
Prólogo de Salome Guadalupe Ingelmo, "El retrato de Dorian Gray"
Wilde fue, sin lugar a dudas, un ser demasiado libre y franco para su época —"Vivir es lo más extraño del mundo. La mayoría de la gente existe, eso es todo"; "La auténtica vida de alguien es muy a menudo la vida que uno no lleva"—, un individuo insólitamente rebelde y provocador en aquellos tiempos —"Una idea que no es peligrosa no merece de ninguna manera el nombre de idea"; "Uno debiera ser siempre un tanto improbable"; "La opinión pública sólo existe donde no hay ideas"; "Fui un hijo de mi época tan típico que en mi perversidad, y por el placer de esa perversidad, convertí lo bueno de mi vida en malo y lo malo en bueno"—. El personaje frívolo que había inventado —"El Arte es lo único serio del mundo. Y el artista, el único que no es serio nunca"; "La insulsez es la adolescencia de la seriedad"— terminó eclipsando a su creador y pasando a la posteridad en su lugar —"Una máscara nos dice más que una cara"; "Sólo las cualidades superficiales perduran. La más profunda naturaleza del hombre se descubre en seguida"—. Sin embargo, en Wilde hubo espacio para muchos otros sentimientos infinitamente más nobles aunque menos aclamados, tanto en la esfera personal —"Una buena acción engendra siempre otra"; "La generosidad es la esencia de la amistad"; "La envidia es una de las cosas más terribles y puede estropear el carácter de cualquiera"; "Lo que un hombre tiene realmente es lo que es en su interior"; "Un mapa del mundo en el que no esté incluida la utopía no merece la pena ni mirarlo"; "Ahora he aprendido que la piedad es lo más grande y hernioso del mundo y, por eso, no puedo guardar inquina a los causantes de mi sufrimiento, ni a los que me condenaron, ni a nadie, porque sin ellos no habría llegado a saber todo eso"— como en la social — "Uno debe pensar mal de todo el mundo hasta que, por supuesto, se demuestre que son buenos. Pero actualmente eso requiere muchísima investigación....
Prólogo de Salome Guadalupe Ingelmo, Ganadora del I premio Prolongado a los clásicos
2008 Editorial Nemira.