Es un óleo sobre tela de 90 x 80 cm que lo realice en 2004 cuando ella tenía 56 años, es un retrato esplendido, quizás un punto de partida para otros muchos retratos posteriores. (por eso, siempre suelo decir, que hay que buscar estos ejemplos de inflexión en nuestras trayectorias). Con un vestido negro, una mantita dejada caer por los hombros del mismo color y sentada en una sencilla silla de mimbre, toda la composición la ubico en el salón de casa, de ahí el titulo: "Retrato en el salón." El retrato de mi madre lo convierto en una obra actualizada de mi forma de pintar.
Las esencias en las obras de arte no se recogen en la técnica, ni en los inventos prestados a la originalidad. Tampoco en las ideas, ni en sus contenidos. La esencia va unida a la intención y al sentimiento, valores cada vez más perdidos en la actualidad artística de estos periodos que nos toca vivir. Es por esto, que muchas obras carecen de vida propia para pasar a ser meras reproducciones desnaturalizadas, representaciones lánguidas con falta de sustancia.
Lo inacabado siempre esta menospreciado en la mayoría de trabajos. Esto no siempre ha de ser así; lo inacabado puede ofrecer lo que lo acabado no da, o lo que sus errores incorregibles ofrecen más a menudo. Lo inacabado siempre define un saber parar, para una búsqueda mas intensa, constante. "Es preferible quedarse corto a pasarse". El boceto siempre podrá ser acabado aunque no debiera, el acabado está condenado a perecer su racionalización. Las obras de arte han de estar vivas. Nos piden cosas, incluso a veces su lugar. Acabar más allá de la realidad muy a menudo es propio de un hacer sistemático, efectista, falto de esencias, causado por a un autómata con el síndrome de perfección. Lo acabado siempre ofrece pérdidas de la esencia creativa a merced de nada, o de exigencias directas verdaderamente de la pura ignorancia, sacrificar grandes resultados en una obra es muy común en muchos trabajos figurativos. El boceto, lo inacabado, los trabajos con esencia desnudan la pura naturaleza del artista, nos puede desvelar la verdadera personalidad de nuestra mano.
Alejandro Cabeza