Retrato de Federico García Lorca / Óleo sobre tela de 41 x 33 cm / Pintor Alejandro Cabeza
Colección particular 2015
Federico García Lorca, uno de los más ilustres poetas de nuestra era, vio la luz en Fuente Vaqueros, un pintoresco pueblo andaluz en la fértil vega granadina, el 5 de junio de 1898, el mismo año en que España perdió sus colonias. Su madre, Vicenta Lorca Romero, ejerció como maestra por un tiempo, mientras que su padre, Federico García Rodríguez, era propietario de tierras en la vega, dedicadas al cultivo de remolacha y tabaco. En 1909, cuando Federico contaba con once años, toda la familia -sus padres, su hermano Francisco, él mismo y sus hermanas Conchita e Isabel- se trasladó a la ciudad de Granada, aunque él continuaría pasando los veranos en el campo, en Asquerosa (hoy en día, Valderrubio), donde gran parte de su obra fue concebida.
Incluso después de haber recorrido numerosos lugares y haber residido durante largos períodos en Madrid, Federico siempre recordaría cómo la atmósfera rural de la vega influía en su creación literaria: "Amo la tierra. Me siento unido a ella en cada una de mis emociones. Mis primeros recuerdos de infancia están impregnados del aroma de la tierra. Los seres vivos de la tierra, los animales, la gente del campo, poseen unas cualidades que solo unos pocos pueden apreciar. Yo las percibo ahora con la misma sensibilidad que en mi infancia. De otro modo, no habría podido escribir Bodas de sangre".
En sus poemas y dramas, García Lorca se revela como un perspicaz observador del lenguaje, la música y las costumbres de la sociedad rural española. Una de las características más destacadas de su obra es cómo este entorno, descrito con precisión, se convierte en un espacio imaginario donde se abordan las inquietudes más profundas del corazón humano: el deseo, el amor y la muerte, el misterio de la identidad y el prodigio de la creación artística.