Miguel Delibes fue uno de los autores mas destacados de la literatura española. Gran conocedor de la fauna y el mundo rural, apasionado de la caza. En sus obras supo plasmar todo lo relativo a Castilla, sus gentes y paisajes. En 1973, Delibes fue elegido miembro de la Real Academia Española.
El retrato de Miguel Delibes, es sencillo, amable y suelto, intentando encontrar la esencia de su personalidad. A modo de boceto directo y con una velocidad de vértigo se muestra una forma de trabajar muy valida para pintar un retrato. Sin necesidades de un natural sobrevalorado he obtenido estos resultados nada desdeñables. Es un buen camino a seguir aunque yo a la pintura siempre acabo exigiéndole mas. El retrato de Delibes es un retrato póstumo, como tantos otros. Mi pasión creativa se acerca a su paisaje interior mediante mi corazón, consiguiendo una obra llena de virtudes.
El naturalismo de nuestro periodo ya no nos ofrece una gran calidad en la vida cotidiana, más bien todo lo contrario, degeneración en la misma. En cuanto a la pintura, si un autor no sabe interpretar una pincelada desde una fotografía es que tampoco sabe interpretarla, ni en su cabeza, ni en su memoria, y menos aun en su paleta. La única realidad cierta es que nos gusta demasiado las tradiciones en la mayoría de casos mal entendidas, para darnos diferencias personales ante un publico lleno de nostálgicos clichés.
Delibes era una de esas personas que siempre encerró un calor humano de sencillez, me atrevería a decir que tanto o igual que Ana María Matute o la vallisoletana Rosa Chacel. Estas personas destacaron precisamente por esto. El retrato refleja al abuelito que todos hemos tenido o nos hubiera gustado tener. A ese vecino, ya mayor que vive en nuestro portal, que esta solo y lo vemos salir todos los domingos a dar una vuelta. Al tío Maties de Benlliure que siempre andaba por el campo con sus cosas y distracciones, o aquellos otros personajes que pintaba Adelardo Covarsí por sus tierras extremeñas llenas de alegóricos atardeceres.
Me acuerdo de aquellas aptitudes tan acérrimas de muchos autores entorno a la forma de pintar, con argumentos basados en que había que trabajar del natural, solo del natural. Siempre me costó entender aquellas posiciones tan cerradas, cuando la mía, era más bien adaptarse, según que trabajo y diferentes circunstancias, usando todas mis armas o recursos a la hora de realizar un retrato o paisaje tanto del natural como de una fotografía. Pero habría que preguntarles a toda la élite de impresionistas franceses porque después de ese afán por salir al "plein air" y tantas horas de trabajo terminaban en el estudio para definitivamente acabar sus pinturas, o porque se generaban tantos retratos de la aristocracia latinoamericana a autores europeos mediante fotografías desde la otra parte del mundo. O mejor todavía, porque tantos defensores del naturalismo acaban aceptando retratos a base de fotografías. A todos estos, habría que preguntarles porque la creatividad les vale tan poco a igual que la imaginación.