Aunque la caricatura resultaría útil y grotesca para extenderse ante la excentricidad del pèrsonaje, mi representación solo se centra en la realidad de un hombre, de un sencillo rostro que busca la singularidad de un sujeto, un personaje de mirada recelosa. Lo interpreto mirando al espectador, con presencia solemne, caballeresca, con un atuendo oscuro lo encuadro en un cuello blanco, sujetando firmemente un manuscrito en la mano y alguna otra cosa indefinida, nos observa con cierta inquietud o desconfianza, un momento antes de la locura «Se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio».
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Alonso Quijano
Retrato de Alonso Quijano en un óleo sobre tela de 73 x 60 cm. Pintor Alejandro Cabeza
Es la célebre idealización del retrato de Alonso Quijano, el insigne personaje caballeresco de El Quijote, conocido por su defensa de causas ajenas en nombre de la justicia, la protección de los débiles, el honor y el amor. Este noble caballero se preocupa más por los demás que por sí mismo, una característica que define su pensamiento y su esencia. Alonso Quijano, más conocido como Don Quijote, es un reflejo de la lucha por ideales elevados y la búsqueda incesante de un mundo mejor, aunque a menudo lo haga a través de la lente de la locura.
La riqueza del personaje se manifiesta en los innumerables pasajes de la obra, que permiten explorar su complejidad en una diversidad de momentos. Don Quijote es, en muchos sentidos, un espejo de la humanidad: cada uno de nosotros llevamos dentro un fragmento de su locura y bondad, de su espíritu aventurero y su anhelo de salvación, de su integridad y su profunda reflexión sobre la condición humana. Y es en esa multitud donde he querido buscar, un poco de Lope, un
poco Quevedo, un poco Góngora o un poco de el mismo, la pintura nos permite esto de la misma manera que lo hace
la literatura. Esta identificación universal con Alonso Quijano, hace que su figura trascienda el tiempo y el espacio, convirtiéndose en un arquetipo literario y humano.
Acercarse a Don Quijote es emprender camino tan fascinante como la propia lectura de la novela. Interpretar su realidad es también interpretar al propio Cervantes. A través de Don Quijote, nos ofrece una mirada crítica de su época, reflejando las contradicciones y la grandeza del siglo de oro español. En este renacimiento cultural, Cervantes brilla con esplendor, y su creación se presenta como un monumento literario que sigue inspirando a generaciones de lectores y escritores.
Son numerosas las obras que han intentado acercarse y rendir homenaje a este símbolo de la literatura universal. La influencia de él se extiende a través de los siglos, impactando en la literatura, el arte, la filosofía con la cultura popular. Cada reinterpretación añade nuevas capas de significado y mantiene viva la llama de la quijotesca búsqueda de ideales en un mundo imperfecto. En este sentido, Don Quijote no solo pertenece a su tiempo, sino que se convierte en un compañero eterno en la travesía del ser humano hacia la comprensión de sí mismo y de su entorno.
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