Pintor Alejandro Cabeza 1984
Alejandro Cabeza, tanto de lo humano y de lo pictórico
Lo determinante es la dimensión humana de la obra de arte. Y la calidad de la obra como excelsitud que permite la entrega de lo humano en sus más profundas significaciones. La belleza como totalidad, como marco, como cauce. No ceder a lo predominante, a lo último llegado, cuando se tiene un modo de hacer singular, sobresaliente, es un valor, y más si se sigue indagando, profundizando, sumando de continuo. Alejandro Cabeza es un pintor de lo humano en fascinantes retratos y en miradas reveladoras a los paisajes, es del todo un hacedor de rotundidades siempre en cuanto a realización y brillantez. Destacan entre lo más reciente sus retratos de la escritora Salomé Guadalupe Ingelmo, quien resulta, por personalidad y carácter, por talento, sensibilidad y lucidez, por magia, la modelo ideal. No es de extrañar que Alejandro haya realizado toda una serie de retratos a Salomé, se trata del encuentro de dos talentos de excepción. Destacan también en el conjunto de la relevante obra toda de Alejandro, los retratos a los ancianos, cuadros que comparten la luz expresiva de la sabiduría, del mucho haber vivido y experimentado con una fuerza y/o un encanto hipnóticos para quien afortunado los contempla. A lo largo de meses, en silencio, he vuelto a las imágenes de las pinturas y bocetos de Alejandro Cabeza como quien regresa a un universo de certezas y sorpresas, a nuevos descubrimientos y emociones, a nuevas sensaciones y estímulos; torrente su pintura para reflexiones y asombros, tanto que, alguna vez he adelantado la mano sin percibirlo en el impulso imposible de tocar la tanta preciosa vida concentrada.