Mujer con cántaro en un óleo sobre tela de 130 x 81 cm / Colección particular Pintor Alejandro Cabeza
"La modernidad, por definición, no puede perdurar; moderno es un término comparativo temporal que indica la superación de cualquier cosa anterior: es lo opuesto a antiguo, el extremo más próximo en un lapso temporal progresivo modus hodiernus, lo más reciente. En su aplicación a la cultura, el concepto de modernidad presenta cierta complejidad que es necesario dilucidar. La primera ambigüedad proviene del carácter divulgativo de las transformaciones culturales: el cambio cultural es un proceso de difusión de innovaciones por el cual una sociedad adopta elementos nuevos creados en su seno o importados de fuera y se transforma. Por definición, las formas anteriores serán lo antiguo y las nuevas lo moderno, y así hasta el momento en que se adopten las siguientes innovaciones. Entonces lo moderno será otra vez lo antiguo y se verá superado por un moderno más que nunca novísimo o posmoderno"
–Luis Racionero
Es apasionante sumergirse en la pintura, e intentar entender las grandes obras de otros autores que han pasado por similares itinerarios creativos. En estas interacciones se pueden advertir, o comprender la complejidad de algunas pinturas con sus idiosincrasias. Y reside ahí, en esa ventana de aspectos personales o conceptuales, que muchas ocasiones están rellenas de ligereza, en otros casos de comodidad. Observaciones que nunca dejarán de ser una manera de crecer para salir de las madrigueras de confort. Hay momentos en los que tenemos que tomar aire, respirar sin perder de vista el cielo encubierto que nos oscurece. Se nos hace necesario, a menudo obligado acudir a la primera realidad. Las pinturas pueden estar llenas de riquezas admirables, al mismo tiempo que pobrezas degradables. Para mi, como pintor figurativo, es demostrativo, y como muy bien da a entender Luis Racionero, que todos los ámbitos culturales efímeros dejarán de tener sentido, y serán eso, meros capítulos degradados.
Con un primer plano observamos a esta joven mujer, que a su vez está mirando mas allá en su momento de quietud, refugiándose de un sol abrasador que nos deslumbra en un juego ciego de oscuridades y luces. Entre sus dos manos, soportado un pesado cántaro, alude al cristalino fluido esencial. Su sencilla composición lumínica hace bella la escena convirtiéndola en una realidad singular que me despierta fascinación. ¿Qué observa... que piensa...? ¿Qué camino llevará su destino?. Entre sus peculiaridades, su aparente simplicidad, su soledad nostálgica del tiempo pasado en un tiempo presente. No se trata simplemente de una pintura más: hay en ella una esencia que la distingue, una voz silenciosa que nos habla.
Tiene el carácter figurativo de lo costumbrista, de lo cotidiano elevado a lo artístico, pero también encierra una dimensión sugerente, casi enigmática, que invita a la interpretación subjetiva, al diálogo interior. Y es que, al final, hay cosas que escapan a la lógica o al análisis técnico. Hay obras que, simplemente, tocan una fibra invisible.
Es precisamente esa sobriedad en la luz la que le otorga una belleza serena, casi íntima, como si la obra estuviera hecha no para deslumbrar, sino para acompañar al espectador en una contemplación más profunda. La presencia de este contraluz es precisa, deliberada y casi tímida evocando a los clásicos y llamando a los modernos. Esta pintura está realizada en un óleo sobre tela de 130 x 81 cm. La pintura la expuse en 1995 y también está en mi libro de luz valenciana de 2003 en la página 22.
–Luis Racionero
Es apasionante sumergirse en la pintura, e intentar entender las grandes obras de otros autores que han pasado por similares itinerarios creativos. En estas interacciones se pueden advertir, o comprender la complejidad de algunas pinturas con sus idiosincrasias. Y reside ahí, en esa ventana de aspectos personales o conceptuales, que muchas ocasiones están rellenas de ligereza, en otros casos de comodidad. Observaciones que nunca dejarán de ser una manera de crecer para salir de las madrigueras de confort. Hay momentos en los que tenemos que tomar aire, respirar sin perder de vista el cielo encubierto que nos oscurece. Se nos hace necesario, a menudo obligado acudir a la primera realidad. Las pinturas pueden estar llenas de riquezas admirables, al mismo tiempo que pobrezas degradables. Para mi, como pintor figurativo, es demostrativo, y como muy bien da a entender Luis Racionero, que todos los ámbitos culturales efímeros dejarán de tener sentido, y serán eso, meros capítulos degradados.
Con un primer plano observamos a esta joven mujer, que a su vez está mirando mas allá en su momento de quietud, refugiándose de un sol abrasador que nos deslumbra en un juego ciego de oscuridades y luces. Entre sus dos manos, soportado un pesado cántaro, alude al cristalino fluido esencial. Su sencilla composición lumínica hace bella la escena convirtiéndola en una realidad singular que me despierta fascinación. ¿Qué observa... que piensa...? ¿Qué camino llevará su destino?. Entre sus peculiaridades, su aparente simplicidad, su soledad nostálgica del tiempo pasado en un tiempo presente. No se trata simplemente de una pintura más: hay en ella una esencia que la distingue, una voz silenciosa que nos habla.
Tiene el carácter figurativo de lo costumbrista, de lo cotidiano elevado a lo artístico, pero también encierra una dimensión sugerente, casi enigmática, que invita a la interpretación subjetiva, al diálogo interior. Y es que, al final, hay cosas que escapan a la lógica o al análisis técnico. Hay obras que, simplemente, tocan una fibra invisible.
Es precisamente esa sobriedad en la luz la que le otorga una belleza serena, casi íntima, como si la obra estuviera hecha no para deslumbrar, sino para acompañar al espectador en una contemplación más profunda. La presencia de este contraluz es precisa, deliberada y casi tímida evocando a los clásicos y llamando a los modernos. Esta pintura está realizada en un óleo sobre tela de 130 x 81 cm. La pintura la expuse en 1995 y también está en mi libro de luz valenciana de 2003 en la página 22.