"Retrato de Julio Cortázar" Óleo sobre tela 46 x 38 cm / Alejandro Cabeza"
IL BUON GIORNO SI VEDE DAL MATTINO
El cronopio madruga como cada mañana. Apenas durmió por la noche: demasiadas preocupaciones y sinsabores. Se ha levantado de un humor de perros, pero intuye que aún puede empeorar. Es más, sabe que empeorará en cuanto traspase la puerta de la cocina y se lo encuentre allí, repantingado sobre la avería como si fuese una butaca pullman, orando de nuevo junto a las ruinas, tan malhumorado arisco e insociable como siempre, esperando que le prepare el desayuno un día más.
Sólo que esa mañana el cronopio, ese cronopio en particular, se dice que lleva demasiado tiempo predicando en el desierto, intentando convencerle de que al mal tiempo buena cara. Se dice que no puede servirle otra vez los cereales en el cuenco. Que es hora de que el pertinaz huésped aprenda a vivir su vida y a él le deje tener una propia. Que de ese día no pasa: tiene que despedirle.
Y el cronopio, que es un tipo muy considerado, se dirige al pesimismo con aire paternal: “Viste, pibe, ya sos mayor de edad…”.