Nacional de Medecina. Pintor Alejandro Cabeza 2016
Nació en el Puerto de Santa María en1827. Estudió medicina en la Facultad de Cádiz, donde obtuvo el título de licenciado en 1850. Tuvo entre sus maestros a Manuel José de Porto y a José de Gardoqui, en unos años en los que había comenzado ya a declinar la importante escuela anatomoclínica gaditana, encabezada durante las décadas anteriores por Francisco Javier Laso de la Vega.
Terminados sus estudios se asentó en Sevilla, ciudad en la que no tardó en adquirir un gran prestigio como cirujano. Seguidor de ideas políticas radicales desde su época de estudiante, se adhirió al republicanismo federal de Francisco Pi y Margall a partir de la revolución de 1854. Las medidas represivas de los gobiernos derechistas le obligaron a ausentarse de España en 1860 y 1864. Supo, sin embargo, convertir su exilio político en ocasión de completar su formación científica. En la primera de las fechas citadas, trabajó en Londres como cirujano junto a William Fergusson. En la segunda, tras una breve temporada en Montpellier, residió en París, donde completó su preparación quirúrgica en los servicios hospitalarios de figuras como Alfred Velpeau, Pierre Paul Broca y Auguste Nelaton. También asistió allí a los cursos de microscopia del venezolano Eloy Carlos Ordóñez, discípulo de Charles Robin, que fue asimismo maestro de Aureliano Maestre de San Juan.
La revolución de 1868 favoreció, tras su regreso a Sevilla, el desarrollo de sus proyectos científicos y políticos. A petición suya, la junta revolucionaria local fundó, en octubre de dicho año, la Escuela Libre de Medicina y Cirugía de Sevilla, que fue la primera en España que contó con cátedras destinadas a las especialidades y a disciplinas básicas como la histología. Rubio se encargó en ella de la enseñanza de la clínica quirúrgica.
Por otra parte, fue elegido, en enero de 1869, para representar a Sevilla en las Cortes constituyentes, como cabeza de la candidatura republicana. Volvió a ser elegido diputado en 1871 y, al año siguiente, senador. La República lo nombró en 1873 embajador en Londres pero, como el Gobierno británico no llegó a reconocer al nuevo régimen español, volvió a aprovechar su estancia allí desde el punto de vista científico. También realizó el mismo año un viaje a los Estados Unidos, donde visitó las principales instituciones de Nueva York, Filadelfia y Chicago relacionadas con la cirugía.
Aparte de su papel de promotor de instituciones renovadoras, hay que subrayar la importancia de la labor de Federico Rubio como cirujano práctico. Fue la más brillante de las figuras que, a lo largo del período 1860-1880, introdujeron en España las arriesgadas intervenciones que permitió la revolución quirúrgica. En 1860 practicó su primera ovariotomía, dos años después de que iniciara su serie Thomas Spencer Wells; en 1861, su primera histerectomía; en 1874, su primera nefrectomía; y en 1878, la primera extirpación total de la laringe, cinco años después de la efectuada por Theodor Billroth.
Prestó gran atención a la hemostasia, a la antisepsia y a las técnicas de anestesia, pero destacó especialmente por su interés hacia la histología normal y patológica y la microbiología, de las que fue uno de los más tempranos cultivadores españoles. Entre sus trabajos histopatológicos, iniciados en 1871, sobresalen los consagrados a los tumores. En 1872, expuso la clasificación y el significado etiológico de las bacterias en un trabajo en colaboración con José Eugenio de Olavide, autor con el que realizó, además, investigaciones experimentales sobre diversos parásitos microscópicos.
Hay que destacar, por último, que Rubio fue uno de los primeros médicos que llegó a formular de modo preciso lo que hoy llamamos patología social, principalmente en su discurso La Socio-patología (1890), así como en el libro titulado La Felicidad.