Retrato de Blas Taracena Aguirre / Óleo sobre tela 100 x 73 cm / Alejandro Cabeza 2017 /
Colección Museo Arqueológíco de Clunia
Con este retrato del destacado Arqueólogo Blas Taracena Aguirre ‒integrado en la colección del Parque Arqueológico Ciudad Romana de Clunia, organismo adscrito a la Excma. Diputación Provincial de Burgos‒, sumo uno más a la galería de españoles insignes que han contribuido al engrandecimiento de las letras y las ciencias, proyecto que he venido engrosando en los últimos años.
Inmortalizado en su etapa de juventud, lo represento sentado en una silla castellana: en posición relajada, pero con un porte solemne que le otorga cierta elegancia y presencia a la composición. La mirada, vivaz e inteligente, directa al espectador. Aplico la armonía en amarillos, ocres y pardos que tan buen resultado me ha dado ya precedentemente en otros retratos. Insinuando casi un contraluz con los propios negros del traje, esa tonalidad confiere una atmósfera personal a toda la obra.
Conozco únicamente otro retrato pictórico de Blas Taracena, el que se integra en la galería de directores del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Aquel, extraído de una de las pocas fotografías que circulan del estudioso ‒donde posa cruzando los brazos‒ y más pequeño que el mío, lo representa ya avanzada la madurez.
Blas Taracena Aguirre (Soria, 1895 - Madrid, 1951) cursó en Madrid, en la Universidad Central, las licenciaturas de Filosofía y Letras y Derecho. En 1915, con tan sólo diecinueve años, aprobó la oposición para el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y fue destinado como director al recién creado Museo Numantino (Soria), haciéndose cargo también del Museo Celtibérico y de la Biblioteca Provincial. Desde marzo de 1936, nombrado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, actuó, además, como comisario-director de la Escuela de Artes y Oficios de Soria. En el Museo Numantino permaneció, como primer director, hasta 1936. Al año siguiente fue nombrado director del Museo Arqueológico Provincial de Córdoba; entre 1938 y 1939, Inspector General de Museos y, desde 1939 hasta su fallecimiento, siguiendo los pasos de su maestro José Ramón Mélida, de quien ya había recibido colaboración para organizar el naciente Museo Numantino, director del Museo Arqueológico Nacional.
Sus investigaciones, además de Soria, abarcaron Córdoba, La Rioja, Burgos (ciudad romana de Clunia), Palencia y principalmente Navarra. Sus colaboraciones en revistas especializadas, en las que expuso sus excavaciones en estas regiones, son numerosas. Destacan, sobre todo, las correspondientes a Navarra ‒tanto solo, como en colaboración con Luis Vázquez de Parga‒. Desde 1942 hasta el año de su fallecimiento, fueron publicadas en Príncipe de Viana las excavaciones en Cortes de Navarra, Gallipienzo, Echauri, Tudela, Liédena, etc...
Inmortalizado en su etapa de juventud, lo represento sentado en una silla castellana: en posición relajada, pero con un porte solemne que le otorga cierta elegancia y presencia a la composición. La mirada, vivaz e inteligente, directa al espectador. Aplico la armonía en amarillos, ocres y pardos que tan buen resultado me ha dado ya precedentemente en otros retratos. Insinuando casi un contraluz con los propios negros del traje, esa tonalidad confiere una atmósfera personal a toda la obra.
Conozco únicamente otro retrato pictórico de Blas Taracena, el que se integra en la galería de directores del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Aquel, extraído de una de las pocas fotografías que circulan del estudioso ‒donde posa cruzando los brazos‒ y más pequeño que el mío, lo representa ya avanzada la madurez.
Blas Taracena Aguirre (Soria, 1895 - Madrid, 1951) cursó en Madrid, en la Universidad Central, las licenciaturas de Filosofía y Letras y Derecho. En 1915, con tan sólo diecinueve años, aprobó la oposición para el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y fue destinado como director al recién creado Museo Numantino (Soria), haciéndose cargo también del Museo Celtibérico y de la Biblioteca Provincial. Desde marzo de 1936, nombrado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, actuó, además, como comisario-director de la Escuela de Artes y Oficios de Soria. En el Museo Numantino permaneció, como primer director, hasta 1936. Al año siguiente fue nombrado director del Museo Arqueológico Provincial de Córdoba; entre 1938 y 1939, Inspector General de Museos y, desde 1939 hasta su fallecimiento, siguiendo los pasos de su maestro José Ramón Mélida, de quien ya había recibido colaboración para organizar el naciente Museo Numantino, director del Museo Arqueológico Nacional.
Sus investigaciones, además de Soria, abarcaron Córdoba, La Rioja, Burgos (ciudad romana de Clunia), Palencia y principalmente Navarra. Sus colaboraciones en revistas especializadas, en las que expuso sus excavaciones en estas regiones, son numerosas. Destacan, sobre todo, las correspondientes a Navarra ‒tanto solo, como en colaboración con Luis Vázquez de Parga‒. Desde 1942 hasta el año de su fallecimiento, fueron publicadas en Príncipe de Viana las excavaciones en Cortes de Navarra, Gallipienzo, Echauri, Tudela, Liédena, etc...