Retrato de mi abuela Joaquina, el 18 de enero de 2007 falleció. Esta imagen fue tomada con una cámara seis años antes de morir en mi estudio una de tantas mañanas de invierno cuando me quedaba con ella mientras pintaba.
Este retrato refleja una mirada perdida, de cansancio y miedo, de ver que los días en una persona mayor son mas cortos, en los que el final esta mas cerca, y en los que la vida se escapa cada segundo.
En las familias, después del fallecimiento de un ser querido, siempre se produce un antes y un después. En la mayoría de casos muchas familias se deshacen entre egoísmos e intereses... en multitud de casos. También despegues y alejamientos llegando al punto de quedar como desconocidos para siempre. Lo que es menos habitual es que se unan.
Cuando se llega a la edad 94 años, nuestros mayores se convierten en inmortales, en símbolos en los que llegamos a creer que siempre estarán aquí, desafiando el paso del tiempo, pero la realidad es muy distinta. Hasta que llega un día que se van sumiéndonos en un gran dolor.
En tu memoria, se te echa de menos.