Remordimiento
Las gotas caen templadas sobre mí, pero siento que toda el agua que deje correr no será suficiente para lavar mi culpa, la marca de Judas. Me aferró a la pared mientras el llanto pliega mi cuerpo en dos como un certero golpe en el estómago. Y me pregunto si machacándome el puño contra los azulejos desaparecería este dolor que me crece dentro.
No deja de ser irónico que yo me dirija a un dios en el que no creo sólo para pedirle una cosa y que Él, que ha dejado tantos deseos de fervientes devotos sin complacer, decida concedérmela a la mañana siguiente. A las 11.00, su cuerpo, ya consumido como una prenda demasiado usada, se olvida de hacer algo tan banal como respirar.
Mi cabeza reconoce un ruego altruista, un gesto extremo de amor, una petición monstruosa pero obligada... que mi corazón desgarrado se niega a perdonar.
Salomé Guadalupe Ingelmo, II Premio Orola Antologia