Siempre he dicho que en los trabajos que se realizan han de ofrecer una buena experiencia. Pero cuando digo buena experiencia me refiero más bien a ese cúmulo de circunstancias en general que estimulan a los autores y señalan estas experiencias en un óptimo resultado personal de sus trabajos para crear obras con un buen principio y mejor final. Esto no siempre resulta así. A veces las personas o las circunstancias o la participación indirecta en forma de intromisión interfieren en su defecto para crear miserias y problemáticas innecesarias, a veces absurdas que intentan estropear muchas obras de arte.
Por suerte para muchos o unos pocos según se mire existe un gran aliado que suele arreglar todos estos desordenes y fracasos tan desafortunados provenientes de las ignorancias mas definitivas. Nos lo suelen arreglar casi todo. Me estoy refiriendo a lo académico. En realidad sin la virtud de la academia estaríamos a merced de mucha tontería suelta que es donde por desgracia nos encontramos muchas veces. Y es precisamente en la academia donde buscamos, seriedad, excelencia o sencillamente realidad.
Pensar que las malas experiencias a la hora de pintar un cuadro son un aprendizaje de análisis para no cometerlas en un futuro no ha de convertirse en una costumbre muy prolongada. Porque las obras que nacen con este defecto ya se han echado a perder sin remedio alguno. Sencillamente hay que evitar las obras con mala experiencia. La mayoría de veces una gran parte de culpa de estos problemas son fruto de sencillas comodidades y una ignorancia patente. Las malas experiencias solo frustran a los autores, los alejan de la verdadera realidad y de sus propias exigencias como artista.
Por lo contrario de lo dicho y como siempre suele suceder, hay trabajos que se realizan en momentos especiales, con ideas magistrales y lo más importante, personas excepcionales. El retrato del Maestro Rodrigo es una de esas ideas que trasciende con un personaje universal en la historia del siglo XX. Un proyecto pensado desde hace años y que por fin ocupa su lugar.
Por lo contrario de lo dicho y como siempre suele suceder, hay trabajos que se realizan en momentos especiales, con ideas magistrales y lo más importante, personas excepcionales. El retrato del Maestro Rodrigo es una de esas ideas que trasciende con un personaje universal en la historia del siglo XX. Un proyecto pensado desde hace años y que por fin ocupa su lugar.