El retrato de Tomás Prieto supone
una introducción a los personajes del siglo XVIII a los cuales no me había
acercado hasta el momento. Es un retrato suelto y luminoso en el que represento
al grabador en su periodo joven con una peluca y vestuario a la moda de su
época. La experiencia con el retrato ha sido reveladora y me enseña la gran
dificultad que suponía retratar en estos periodos. Estas modas son a veces
extravagantes, poco naturales. Pelucas blancas y largas, ropajes coloristas,
camisolas y cuellos encajados, con toda una serie de adornos que a veces llegan
al punto de esconder el rostro de una persona, y que irremediablemente se
convierten en elementos de distorsión que en cierta manera desproporcionan la
figura humana.
No puedo dejar de pensar como pintor en los grandes maestros del pasado, incluso periodos anteriores pero con extravagancias y problemáticas similares, me estoy refiriendo a Velázquez y su época, donde el pintor se enfrentaba a estas dificultades con gran maestría despojando a los retratados de estas distorsiones innecesarias, a veces ridículas, simplificándolas a su máximo extremo, en ocasiones incluso eliminándolas para centrar de esa manera todo su trabajo en la persona y su rostro, que es lo que en definitiva más importancia tiene en un retrato. Por su puesto esto lo hacía simple que podía o tenía esta libertad de acción, lo que da lugar a mi juicio sus mejores trabajos dotándolos de normalidad, realidad e incluso un toque de modernidad tan apreciada en sus obras. Si pienso en Francisco de Goya un pintor de XVIII y gran admirador de Velázquez, veo a otro sufridor con el género del retrato. Creando figuras y personas adornadas como si fueran arbolitos de navidad. Estoy seguro que en este tipo de trabajos Goya se sentiría incomodo y descontento. Goya no era un autor de decoraciones humanas si no de realidades mundanas. En definitiva, autores que sin duda evolucionan con necesidad y devoción hacia otra realidad. Su realidad. Una realidad más natural y atemporal.
En la actualidad estos mismos conflictos pictóricos existen, no de la misma forma, pero si con la misma esencia. Si estamos atentos en la historia del arte y concretamente en el género del retrato, este evoluciona encontrándonos multitud de inconvenientes, distorsiones, desproporciones y problemáticas a la hora de realizar un retrato que deshumanizan a las personas representadas. La belleza humana no se entiende no como una virtud si no como un atuendo. La realización de este trabajo me hace ver estos complejos aspectos y sentir como seria ser un retratista del siglo XVIII con sus peculiaridades.
Tomás Francisco Prieto (1716 - 1782) fue un grabador y medallista español. Está considerado gran maestro de grabadores e impulsor de la medallística española en el período ilustrado.
Nacido en Salamanca, se convirtió en discípulo de Lorenzo Monteman y Cusens, llegó a convertirse en director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cargo en el que falleció, además del de grabador general de las Casas de Moneda de Carlos III de España. Dentro de sus discípulos destaca el grabador e impresor Antonio Espinosa de los Monteros.