Continúo desarrollando una línea de obras que se caracterizan por el uso
predominante de tonos claros entre amarillos y ocres, cuidadosamente
seleccionados para crear una atmósfera única. Estas tonalidades, lejos de ser
meramente decorativas, juegan un papel crucial en la composición, pues logran
irradiar una luz muy especial que envuelve y resalta el rostro. Esta
interacción entre luz y color no solo define el contorno y las formas, sino que
también potencia esos matices sutiles que solo pueden surgir en estos entornos luminosos contrastando con trajes oscuros o negros
Es en este juego de contrastes suaves y gradaciones delicadas donde
encuentro la mayor expresividad, permitiendo que las emociones fluyan de manera
casi palpable. El entorno creado no es solo un marco para el retrato, sino un
elemento activo que acompaña y refuerza la presencia del escritor. La
luminosidad, además, tiene el poder de sugerir una sensación de calma,
introspección y armonía, invitando al espectador a contemplar con atención.
Cada pincelada es un intento por capturar ese equilibrio casi efímero entre la luz y la sombra, la claridad y el volumen, buscando siempre que la obra transmita una sensación de autenticidad y vitalidad que trascienda lo puramente visual. Estos ambientes, lejos de ser casuales, son fruto de una constante exploración de las posibilidades que ofrecen los colores claros y las texturas, para alcanzar un resultado que impacte de manera excepcional cercano a la realidad interpretativa.