Pintor Alejandro Cabeza
Retrato Valenciano
Retrato de Philippe Brahy
Mariano Benlliure
Retrato de perfil del gran maestro de la escultura española,
Mariano Benlliure. Una obra que anhelaba realizar, motivada por mi profunda
admiración hacia este ilustre escultor, quien supo alcanzar en su trabajo el
paradigma de la representación figurativa.
El enfoque del retrato captura su perfil distintivo, resaltado por su característico bigote y realzado con un atuendo oscuro que enmarca su rostro. Unas gafas de sol redondas añaden un aire enigmático, contrastando con un fondo indefinido que acentúa su presencia. Los juegos de luz se intensifican mediante la aplicación de pintura en capas densas, interactuando con la textura del lienzo. El resultado es una obra suelta, espontánea y precisa.
Un retrato basado en una figura inspiradora, capaz de motivar y estimular los principios más importantes del arte de retratar, no solo representa un rostro, sino que transmite una esencia, una historia y una emoción. Esta obra invita a reflexionar sobre las múltiples posibilidades que se pueden explorar al momento de retratar, desde la elección de la técnica y la paleta de colores hasta la forma en que la luz y la sombra dialogan en el lienzo.
Retrato de Joaquina 2001
Gabriel Miró
Continúo desarrollando una línea de obras que se caracterizan por el uso
predominante de tonos claros entre amarillos y ocres, cuidadosamente
seleccionados para crear una atmósfera única. Estas tonalidades, lejos de ser
meramente decorativas, juegan un papel crucial en la composición, pues logran
irradiar una luz muy especial que envuelve y resalta el rostro. Esta
interacción entre luz y color no solo define el contorno y las formas, sino que
también potencia esos matices sutiles que solo pueden surgir en estos entornos luminosos contrastando con trajes oscuros o negros
Es en este juego de contrastes suaves y gradaciones delicadas donde
encuentro la mayor expresividad, permitiendo que las emociones fluyan de manera
casi palpable. El entorno creado no es solo un marco para el retrato, sino un
elemento activo que acompaña y refuerza la presencia del escritor. La
luminosidad, además, tiene el poder de sugerir una sensación de calma,
introspección y armonía, invitando al espectador a contemplar con atención.
Cada pincelada es un intento por capturar ese equilibrio casi efímero entre la luz y la sombra, la claridad y el volumen, buscando siempre que la obra transmita una sensación de autenticidad y vitalidad que trascienda lo puramente visual. Estos ambientes, lejos de ser casuales, son fruto de una constante exploración de las posibilidades que ofrecen los colores claros y las texturas, para alcanzar un resultado que impacte de manera excepcional cercano a la realidad interpretativa.
César Vallejo
El retrato de César Vallejo se
incorpora a mi colección de grandes autores latinoamericanos que he venido
desarrollando a lo largo de los últimos años. En estos escritores busco
capturar no solo la imagen física del personaje, sino también transmitir algo
de la profundidad y complejidad que caracteriza su obra y su legado. En el caso
del retrato de Vallejo, optó por representarlo con un perfil cerrado, donde su rostro
emerge con fuerza sobre un fondo claro que permite destacar sus facciones tan
singulares y definidas.
Los perfiles se prestan a poder practicar un estudio más
importante del cráneo en comparación con un retrato de frente. La oreja, los pómulos,
la sien o la nariz se presentan de una manera muy marcada en comparación con otras posiciones.
Los puntos de luz en esta obra cobran una gran importancia en el perfil, ya que
son los que definen el rostro y sus facciones con simples gestos de luz acompañados
con ligeros matices de sombra en una forma entrelazada y espontánea en la ejecución.
El fondo, nuevamente indefinido concentra que el rostro tome toda la importancia
sin más distracción
Su expresión refleja un momento de introspección profunda, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante, como si estuviera sumido en una reflexión intensa, característica de su mente creativa y filosófica. Quise retratarlo en ese estado de meditación que evoca la poesía, cargada de sentimientos universales y una búsqueda constante de sentido en medio del sufrimiento humano. La postura sugiere no solo un gesto físico, sino también una actitud mental, propia de un autor que, con su obra, trascendió los límites de su tiempo y lugar, explorando el dolor, la esperanza y la condición humana.
Alonso Quijano
Aunque la caricatura resultaría útil y grotesca para extenderse ante la excentricidad del pèrsonaje, mi representación solo se centra en la realidad de un hombre, de un sencillo rostro que busca la singularidad de un sujeto, un personaje de mirada recelosa. Lo interpreto mirando al espectador, con presencia solemne, caballeresca, con un atuendo oscuro lo encuadro en un cuello blanco, sujetando firmemente un manuscrito en la mano y alguna otra cosa indefinida, nos observa con cierta inquietud o desconfianza, un momento antes de la locura «Se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio».
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